Termino de leer, busco de manera imaginaria, algunas páginas anexas inexistentes que me respondan sobre aquello que por fin entiendo, jamás tendrá respuesta.
El relato, podría decirse que es sencillo: Un hombre se enamora de la mujer de su mejor amigo volviéndose amante de ella, no pudiendo dar cuenta de esa situación y sentimientos, decide alejarse; dejando a la amante y al amigo a la deriva de sus vidas. Un reencuentro después de cuarenta y un años como final de aquella historia que quedara por la partida, con muchos secretos a ser desvendados.
Y ahí precisamente, la escritura de Sandor Marai hace de ese relato algo inolvidable., pues estos dos amigos han vivido a la espera de ese momento, entre ellos se interpone ese secreto con una fuerza singular, un duelo sin armas, aunque tal vez mucho más cruel.
Dice el filósofo Tomás Abraham respecto a Marai : “Era un humanista como Thomas Mann, Hesse, Zweig, Huxley. El humanismo es una creencia laica en la virtud de la literatura y del saber en motivar conductas, develar misterios de la condición humana, y hacer de la palabra una prenda de confianza”.
Este libro habla de la amistad, pero sobre todo habla de la no amistad y hasta quizás la inexistencia de ella.
Una amistad que es interrumpida, negada de repente, suspendida en el aire. Una espera en la que al principio reclama venganza y se alimenta de resentimiento y que la serenidad de la madurez la transforma simplemente en espera paciente por una respuesta verdadera, sincera, a esa pregunta que ha esperado cuarenta y un años y que en el mismo momento que es pronunciada, deja de tener importancia.
Tal vez sea el deseo del autor, que esa verdad quede sujeta al interés de cada lector, espacios en blanco dejados así para que nosotros podamos rellenarlos con nuestras fantasías.
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